Los apóstoles del Levantamiento
GUEORGUI BENKOVSKI
(comerciante, 21.09. 1843 – Koprivshtitza – 24.05.1876 – Ribaritza)

Gracias a su gran voluntad, a su profunda firmeza revolucionaria y a su coherencia ideológica, se impuso en forma natural y tomó las riendas del Levantamiento en sus manos. Sus cualidades extraordinarias de organizador quedaron de manifesto en la histórica asamblea de Oborishte, cuando logró imponer, por votación, la concesión de poderes extraordinarios a los apóstoles.
Los pueblos cercanos de Panagyurishte todavía guardan el recuerdo del “regimiento volador” de Benkovski, cabalgando en los días del Levantamiento a alborotar al pueblo esclavo. En los combates sangrientos, Benkovski se manifestó como jefe militar ágil y previsor estadista. Su espíritu no cayó después de la derrota, él exclamó proféticamente: “El objetivo ha sido logrado; en el corazón del tirano abrimos una herida tan grave que no se va a curar nunca; y ahora nadie podrá parar a Rusia para que libere a Bulgaria.”

TSANKO DIUSTABANOV
(miembro del juzgado regional de Gabrovo, 13.05.1844 – Gabrovo – 15.06.1876 – Tarnovo)
El 23 de abril el Comité revolucionario de Gabrovo decidió invitar a una de sus reuniones a Tsanko Diustabanov, uno de los búlgaros mejor educados y destacados de la ciudad. Aunque suponía que se preparaba algo, recién en esta reunión Diustabanov se enteró del levantamiento y con gran alegría aceptó participar en la lucha. Una semana más tarde (30 de abril) se tomó la decisión que el levantamiento comenzaría el 1 de mayo. A la mañana, cerca del monasterio de Gabrovo, se reunieron 219 personas, Su dirigente fue Tsanko Diustabanov. Empezaron días de lucha cruel, de victorias y derrotas. El 11 de mayo, al pie del pico Maraguidik, el destacamento tuvo su última batalla. El dirigente fue mal herido y días después atrapado en la montaña.
Su enorme fuerza moral hizo retroceder a los jueces. En su última hora, no dudó en emprender el camino elegido por los luchadores por la libertad. Subió solo al cadalso con las palabras: “¡La horca no es vergüenza para mí!».

SPAS GUINEV
(comerciante, 1848 – Perushtitza – 01.05.1876 – Perushtitza)
Su gesta en la iglesia de “San Arcángel”, llena de gritos de mujeres, niños y combatientes de Perushtitza, lo llevó hasta el panteón de los héroes inmortales de la Epopeya de Abril. Frente a las caras enfurecidas de los bashibozutsi, Spas Guinev salvó su honor de búlgaro; con sus propias manos mató a cinco de sus seis hijos y a su esposa, algunos parientes y, por fin, se dio muerte a sí mismo (entre esta decisión y caer en las manos de los osmanlíes, lo primero era una santidad).
Spas Guinev era uno de los dirigentes del levantamiento en Perushtitsa; mano derecha de Petar Bonev. Con dinero ayudaba generosamente a la preparación, iba él mismo hasta Plovdiv para comprar armas.
Cuando a fines de febrero de 1876 llegaron al pueblo los apóstoles Volov y Benkovski y renovaron el Comité revolucionario, Guinev fue elegido tesorero y primer ayudante de Bonev. Spas Guinev tomó decidida participación en la defensa de Perushtitsa, que duró nueve días. Infatigable, trajinaba día y noche por las zonas de influencia alrededor del pueblo, revisando la vigilancia, aconsejando, dando fe. Y cuando los osmanlíes cortaron el cinturón de defensa y la iglesia de “San Arcángel” quedó como una isla entre el río de sangre, fluyendo bajo los yataganes, Guinev encontró fuerzas para realizar la gesta que le dio el lugar más honrado entre los hijos del pueblo búlgaro.

TODOR KABLESHKOV
(comerciante, 13.01.1851- Koprivshtitsa – 16.06. 1876 – Gabrovo)
¡El primer fusil tronó! ¡La presa de la venganza del pueblo acumulada hace cinco siglos se desobstruyó!
En este inolvidable día para la historia búlgara, el presidente del comité revolucionario de Koprivshtitsa, Todor Kableshkov, inmortalizó para siempre su nombre con la histórica “Carta de sangre”, dirigida a Volov y Benkovski. Sus palabras queman como brasas; llaman como tubos de cobre; aclaman solemnemente que el esclavo ya se despertó y rompió para siempre sus cadenas. “Hermanos, ahora, cuando les escribo esta carta, la bandera flamea frente al konak (edificio de la administración turca), los fusiles truenan acompañados por el sonido de las campanas de las iglesias y los valientes se besan unos a otros en la calle. Si ustedes hermanos son verdaderos patriotas y apóstoles de la libertad, sigan nuestro ejemplo en Panagurishte.
Koprivshtitsa, 20 de abril de 1876. Todor Kableshkov

POP JARITON
(sacerdote, 1835 – Gabrovo – 07.05.1876 – Monasterio de Dryanovo)
El levantamiento encontró a Pop Jariton y algunos otros dirigentes de la región revolucionaria de Tarnovo cerca del pueblo de Musina. El día 29 de abril el destacamento dirigido por él se encontró rodeado de miles de enemigos en el Monasterio de Dryanovo.
Comenzó la lucha de vida o muerte.
El ejemplo personal, la valentía y la fuerza del dirigente Pop Jariton infundieron seguridad a los 192 revolucionarios. Aunque mal armados, no aceptaron la propuesta de entregarse. La cruel batalla siguió. En el sótano, donde Pop Jariton preparaba cartuchos, exploró pólvora y lo dejó mal herido.
Los valientes no aflojaron durante 10 días contra las tropas osmanlíes armados hasta los dientes. Cuando la lucha ya era imposible de continuar, los patriotas decidieron tratar de abrirse camino. Moribundo Pop Jariton encontró fuerzas para dar los últimos consejos. Cuando el enemigo penetró en el monasterio humeante, mató a todos los que aún estaban con vida, entre ellos el legendario Pop Jariton.

VASIL PETLESHKOV
(boticario, 01.01. 1845 – Bratzigovo – 03.05.1876 – Bratzigovo)
– “¿Huir de este pueblo que yo encendí?! ¡No voy a huir! Moriré yo primero y luego él.”
El héroe del Levantamiento de Abril en Bratzigovo, el boticario Vasil Petleshkov, no dudó en tomar la única decisión correcta cuando le ofrecieron huir.
Este era el precio de salvar a Bratzigovo de la derrota; precio para salvar la vida de cientos de inocentes mujeres, ancianos y niños. Por el camino hacia el campamento de Hasan pasha, Petleshkov tomó un veneno que había preparado de antemano.
– ¿Vas a hablar? – comenzó el pasha – eres tu quien incitó a los pobres a levantarse contra el padishajo? (sultanato).
– Yo soy.
– ¿Quiénes estaban contigo, quien te ayudó?
– Estoy solo, no hay otros.
Lo pusieron entre tres fuegos. Sus lenguas lamieron si rostro pálido; quemaron su rubia melena; se arrastraron hacia sus ágiles ojos. El humo comenzó a ahogarlo. Con las últimas fuerzas que le había dejado el veneno profetizó:
– ¡Yo muero, pero tu podrido imperio no vivirá mucho!