Khan Tervel

El Khan Tervel, sucesor de Asparuj y muy probablemente hijo suyo, se hace continuador de su sabia política. Aprovecha hábilmente las luchas intestinas y las dificultades externas por las que cruza el imperio bizantino. Cuando el emperador Justiniano II es destronado, envía embajadores al Khan Tervel solicitando su ayuda para recuperar el trono prometiéndole en cambio ricos dones y su hija por esposa. Tervel no se hace rogar.

En el año 705 “arma la totalidad de su ejército y con Justiniano avanzan hacia Constantinopla”. El ejército búlgaro llega, sin enfrentar serias dificultades, hasta los accesos de la capital bizantina, acantonándose entre sus puertas en espera de los acontecimientos.

Entre los atacantes y los defensores de Constantinopla se sostuvieron negociaciones sin culminar acuerdo alguno. Mientras Justiniano logra entrar de incógnito en la capital donde con el apoyo de sus adeptos recupera el poder.

Justiniano II recompensa generosamente la ayuda prestada por Tervel. Las crónicas dicen que “cuando Tervel se le acercó en palacio, éste le echó sobre los hombros un manto real a la vez que lo proclamaba César y, cediéndole lugar junto a su persona ordenó a las tropas rendir tributos a ambos”.

Mediante este acto, Tervel es reconocido como soberano independiente lo cual eleva su prestigio no solamente ante los ojos de todo el pueblo búlgaro sino también entre todas las tribus eslavas establecidas fuera de los confines del estado búlgaro.

Este acontecimiento tuvo repercusión internacional ya que lo mencionan tanto los autores bizantinos como los occidentales.

El khan Tervel fue admitido en la corte de Constantinopla donde le rindieron altos honores. En la basílica sita en el centro de la capital, cerca de la iglesia de Sofía, al soberano búlgaro se le dio la posibilidad de hablar delante del pueblo.

“Allí Tervel habló delante del pueblo (escribe Svidás). Y según crónica anónima allí con frecuencia también estaba Tervel, el soberano de Bulgaria”.

En conformidad con el tratado que se había firmado, Bizancio tenía que pagarle a Bulgaria un impuesto anual, tal como estaba establecido con el tratado del año 681. A Bulgaria le fue concedida la región de Zagore, de gran importancia, al sur de Stara Planina (los Balcanes).

Estas áreas constituían una zona muy adecuada para la concentración de tropas listas para campañas al sur, hacia Andrianópolis y al este, hacia el Mar Negro.

Por otra parte, facilitaba la defensa de los pasos staroplaninenses. La región representaba un granero extraordinariamente rico.

El Khan Tervel toma todas las medidas que consolidarían su poder en este territorio recién anexado emprendiendo trabajos de fortificación.

Justiniano II sin embargo esperaba hacer de Tervel el conductor de su política: al convencerse de lo contrario inicia los preparativos para una campaña contra Bulgaria a los efectos de recuperar la región cedida.

Según los planes de los bizantinos, tenían prevista la concentración de tropas por tierra y mar en la región de la fortaleza de Aeurloo para cruzar Stara Planiná y caer inesperadamente sobre la capital búlgara, Pliska.

El mando militar búlgaro se entera oportunamente del avance de los bizantinos y en secreto concentran sus tropas en la ondulada y boscosa región al noroeste de la fortaleza. Cuando una parte de la caballería bizantina sale en busca de forraje, las tropas búlgaras encabezadas por el propio Tervel, atacan repetidamente al enemigo cortándole la retirada hacia Aqueloo.

El cronista Teófano describe vivamente el triunfo de los búlgaros: “Y haciéndolo inesperadamente se lanzaron como fieras destruyendo el rebaño bizantino, tomando numerosos cautivos, caballos y armamento como botín de guerra. El propio Justiniano se ocultó en la fortaleza con los sobrevivientes manteniendo las puertas cerradas durante tres días. Y al ver la tenacidad de los búlgaros, fue el primero en cortarle los tendones al caballo, ordenando que todos hicieran lo mismo. Luego colocó trofeos en los muros y, embarcándose de noche, zarpó en secreto para llegar a su capital cubierto por la vergüenza”.

En el año 713 los búlgaros de nuevo irrumpen en Tracia.

Las relaciones pacíficas fueron reestablecidas por medio de un tratado cerrado en el año 716.

Con dicho tratado se fijaban las fronteras de ambos estados y el monto del impuesto anual que Bizancio tenía que pagar a Bulgaria. Ese mismo año también tiene lugar la firma de un convenio comercial entre ambos países.

Permaneciendo fiel a la línea general de política exterior de su antecesor, o sea, la unificación de los eslavos de la Península Balcánica en su Estado búlgaro, Tervel logró sus objetivos gracias a su sagacidad y a su tacto diplomático hábilmente puestos en juego para manejar sus relaciones con Bizancio.