Asen y Petar

El vivo recuerdo de la grandeza de la Nación y el alto grado de cultura alcanzado en el transcurso de su historia, impidieron que se oscureciera el fuerte nacionalismo de los búlgaros.

Caídos bajo el yugo bizantino, ellos no inclinaron la frente ante el opresor y, muy por el contrario, continuamente en sus tierras estallaba el fuego de los levantamientos armados.

Los perspicaces boyardos, hermanos Asen y Petar, emprendieron el camino libertador desde Misia, obteniendo, pronto, el apoyo de sus hermanos allende el Danubio y la resuelta adhesión de los ya vulgarizados pechenegos y los demás pueblos cuyo enemigo (Bizancio) era común; esto sin excluir a los pueblos y tribus que continuamente se iban mezclando con los búlgaros en ese extenso estado peninsular.

Esto permitió a los hermanos llevar a cabo la estrategia de abandonar Tarnovo con la intención de volver con fuerzas multiplicadas y obtener la victoria. (Hecho que centurias más tarde, emplearía Kutuzov en Moscú frente a las fuerzas de Napoleón).

Tras la mera imposibilidad de atravesar los Balcanes, los bizantinos se vieron obligados a reconocer nuevamente (en 1188) al Estado búlgaro como tal.

La renovada Bulgaria se estableció completamente después del revés sufrido (en 1191 en el Paso de Tryavna) recordando a los bizantinos la situación que tuvo en la época del khan Krum, cuando éste derrotó al emperador Nikifor I estableciendo el estado casi en las mismas dimensiones geográficas que obtuviera en los tiempos de los khanes Asparuj y Tervel.

Ocupaba ambos lados del Bajo Danubio; al norte llegaba hasta los Cárpatos, al sur Stara Planiná y Golemia Okop, en Tracia, Gran Moravia al oeste y el Mar Negro al este (aunque sin las ciudades-puerto, que eran retenidas por la flota bizantina). Pero la frontera NE ya no llegaba al Bajo Dnieper, habiendo llegado hasta Dniester, donde permaneció hasta mediados del siglo XIV.

Los hermanos Asen y Petar no mostraron hosquedad hacia los señores feudales que conservaron cierto poderío y seguridad. Este hecho fue reconocido por el cronista contemporáneo Nicetas Choniates, al señalar que su ambición no los llevó a satisfacer el amplio poder conquistado, sino a perfeccionar el movimiento nacional, tendiente a liberar a todos los búlgaros para unificarlos en su reino como en los tiempos de sus antepasados. Por lo tanto, atraer y retener a los connacionales dentro de la frontera económica, política y cultura fue una tarea irrevocable. Tarea que tenía su táctica y estrategia para todos los habitantes de la dinastía de Asen y Petar.

En nombre de ese elevado propósito fue que Petar II declina la corona en favor de su hermano Asen I menor que él, pero más experto en asuntos militares.

El escritor bizantino Teodor Scutariot lo caracteriza acertadamente con las siguientes palabras: “Cuando el emperador dejaba una ciudadela para ir en auxilio de otras tierras, los búlgaros en forma inmediata volvían a ocupar el lugar que éste dejaba atrás. Así actuaba Asen, cuya capacidad le permitía hallar salidas aún allí, donde no las había”.