Martenitza

La “martenitza” es una costumbre búlgara que viene de los siglos. El 1 de marzo se regalan adornos hechos de lana roja –significa la vida y amistad-  y blanca -significa luz y pureza con el deseo de tener salud y fuerza durante todo el año-.

Se llevan durante el mes de marzo, hasta que la persona ve el primer árbol florecido y cuelga en él la “martenitza”.

Es un símbolo de la llegada de la primavera, del despertar de la nueva vida. Además, el 1 de marzo empezaba en Bulgaria el año agrícola.

Baba Marta (abuela Marta) es un personaje mítico en el folclore búlgaro. Dos son los meses personalizados – enero y febrero –Malak Sechko y Goliam Sechko-, dos hermanos bravos que se pelean y hace frio y su hermana Marta, que a veces es buena y brilla el sol, a veces se enoja y vuelve el viento frio y la nieve. Por eso el mes de marzo es inestable.

Según la leyenda la primera martenitza se adjudica a Ajinora, la mujer de khan Asparuj en la segunda mitad del siglo VII, cuando los búlgaros cruzaron Danubio. Ajinora esperaba y extrañaba a su amado. Ató en la pata de una golondrina hilos blancos y rojos y la envió para que lleve su mensaje de salud y amor.

Las martenitzas obligatoriamente tienen hilos rojos y blancos, aunque en algunas regiones son solo rojos, en otros se agregan otros colores, pero el rojo siempre predomina. Este color según las creencias populares tiene la fuerza del sol y otorga vitalidad a cada ser. El blanco es el símbolo de la belleza y la paz.

El amuleto se lleva hasta ver el primer árbol florecido o la primera ave migrante que vuelva. Entonces la martenitza se ata a un árbol.  Es una linda tradición viva en nuestros tiempos y cada uno el 1 de marzo regala martenitza a sus seres queridos.