Zar Kaloyan
La segunda mitad del siglo XII y el principio del XIII pasan bajo el signo del más grande acontecimiento político y militar del Medioevo: las Cruzadas. En este tiempo borrascoso y cruel, sobre el trono búlgaro reina Kaloyan, el más joven de los tres hermanos de la destacada familia Asenovtsi.
Con firmeza y dureza logra Kaloyan que los nobles búlgaros inclinen sus cabezas. El joven monarca muestra una madurez estatal, previsión y mirada razonable hacia todas las cosas, no habitual para su edad.
Los primeros años son dedicados por Kaloyan a la fortificación interna del país, pues esta será la base para los actos externos más decisivos.
Sin duda en estos tiempos en el centro de la atención están las tropas. En 1202 él cuenta con un fuerte ejército abastecido con máquinas de sitio frente a las murallas de Varna. La invasión de esta ciudad es solo un trampolín para las futuras campañas libertadoras en los territorios búlgaros ocupados por Bizancio. Pero pronto el enemigo de Bulgaria desde hace siglos (el Imperio Bizantino) deja su lugar al vecino mucho más fuerte y peligroso. En el horizonte político europeo se asoman nuevas nubes. Los caballeros son llamados para una nueva campaña, la cuarta, para liberar el Santo Sepulcro.
El mandatario búlgaro establece relaciones con el Papa Inocencio III y comienza un extraordinariamente difícil juego diplomático. En la correspondencia con dicho Papa queda demostrada la capacidad de Kaloyan, su paciencia y oportunismo, esperando al momento político propicio para expresar sus pretensiones, dándole mejor forma para triunfar sobre sus enemigos políticos.
En la ciudad de Tarnovo, al fin, llega un delegado papal portando una corona, un cetro y una bandera para el monarca búlgaro. La coronación se celebra oficialmente el día 8 de noviembre de 1204.
La gran victoria diplomática de Kaloyan prepara las condiciones para sus brillantes éxitos del campo estatal y del combate. Como consecuencia de los oscuros negocios y las sangrientas derrotas, sobre las ruinas del Imperio Bizantino nace el Imperio Latino. Dos veces Kaloyan trata de establecer relaciones pacíficas con los nuevos dueños de Constantinopla, pero ellos tratan con grosería y desprecio a los enviados.
Bulgaria no recibe la tranquilidad deseada.
Así llega el decisivo año de 1205, cuando brilló con toda su fuerza el talento de caudillo Kaloyan. La primera chispa de un gran levantamiento se encendió en Dimótica. Las fuerzas de los cruzados, encabezadas por el emperador Balduino, se concentran alrededor de Odrin.
Largo tiempo Kaloyan ha preparado cuidadosamente este encuentro. Hasta sus rejas ha llegado la gloria de las Cruzadas invencibles.
Kaloyan especifica cada detalle de la batalla. Con toda la sorpresa del caso, rodea y destruye totalmente a la armada de las cruzadas. El emperador Balduino cayó prisionero y terminó sus días confinado en una torre solitaria de Tzarevetz.
De Odrin el pánico cunde y llega hasta Constantinopla.
La imprudente intrepidez de los cruzados cae en abismo impenitente. Este es el final de un imperio, formado sobre la base de la fuerza y la sangre. En la batalla, cerca de Odrin, las tropas búlgaras asestaron, por primera vez en la historia, una derrota a la armada cruzada. Los relatos de los cronistas, testigos del extraordinario hecho como Jofre du Villarduen, Robert du Clary y otros, así como de contemporáneos de la época como Nicetas Choniates, están repletos de sorpresa, tristeza y vergüenza.
Los últimos dos años del corto, pero lleno de grandes acontecimientos, reinado de Kaloyan, fueron plenos de tensa actualidad militar. En junio del año 1205 se dirige a Tesalónica encabezando sus tropas. El tiempo oscuro del yugo bizantino y el horror del reinado latino quedan solo como un triste recuerdo.
Kaloyan prepara el último golpe, decisivo. En agosto de 1207, con sus tropas numerosas y sus máquinas de guerra, establece sitio a Tesalónica.
La preparación del ataque es dirigida en forma personal.
Hasta hoy día sorprende la minuciosidad del plano del ataque. El destino de la ciudad parece decidido. Kaloyan ha dado sobradas pruebas del dominio del arte del sitio. Pero la mano del traidor quita la del gran caudillo y hace fracasar otro de los grandes hechos militares.
Pero su obra no muere. El Imperio Latino ha sufrido un golpe del cual ya no podrá rehabilitarse nunca.